Mirar un cuadro: Angela Galdón

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MIRAR UN CUADRO: ANGELA GALDON


OBRA:”DALIA Nº2”

No me cabe duda que todas y cada una de las quince féminas que hasta hoy han pasado por este Taller de “MIRAR UN CUADRO”, son mujeres  Singulares y únicas por muchas razones: porque tenían dentro el fuego sagrado del amor al Arte y lograron elevar su llama por encima de la rutina uniforme que el sistema de siempre asignó a la mujer; porque se alzaron sobre las dificultades inherentes a su condición de hija, hermana, esposa, pareja o madre, para alcanzar un estadio personal distinto, aupadas por una sensibilidad, quizá común a todas, pero  singular en ellas por estar irradiadas por la luz de ese fuego sagrado del Arte que las aureola como a las imágenes de los Santos del Arte Religioso.
 

Foto: Beto.

Pues bien, una de ellas viene hoy a engrosar el Santoral de las mujeres singulares que han pasado por este Taller. Se trata de nuestra colega, amiga y asociada Ángela Galdón Griñan.

Nacida hace ya algunos años- pocos, que a la vista están para los que tenemos ojos- lo vino a hacer en el patio trasero de Alicante y sus costa, es decir, en la ciudad hermana de Albacete, donde tantos y tantos alicantinos se equivocaron de cuna al nacer, “creyendo que el trigo era agua” como la paloma de Alberti, aunque pronto se dieran cuenta de que “el cielo no era el mar” y se vinieran a Alicante para encontrarlo.

Sin embargo, cuando vino a su encuentro con la mar, Ángela traía ya moldeado pero aun sin cocer, el barro de una educación clasista y puritana de niña de familia acomodada, a la que había dado forma las Hermanas Dominicas. Y luego en un Instituto de Enseñanzas Media de su ciudad natal, de donde no salió de “bachillera”, porque su padre, comerciante y emprendedor con ojo de lince, vio como mejor coto de caza para sí y para su prole, el Sur con Alicante al fondo y aquí se vinieron los Galdón-Griñan para sacar adelante a una familia de las de antes de que hubiera tele; de las que entretenían sus ratos de asueto en el “cine de las sabanas blancas”, del que salieron ocho personajes en busca de la teta materna de la bella Doña Francisca Griñan, que debió ser ubérrima y al parecer de tanto y buen alimento como lo demuestran los frutos de sus lactancia, uno de ellos aquí presente.



Foto: Beto.

Ya en Alicante, Ángela desiste de alcanzar título académico alguno. Cosa bastante normal entre los superdotados, e inquietos espíritus activos, a los que no es fácil encorsetar con titulitis que solo le sirven para coartar su fiebre creadora y libre, que a unos les lleva a la genialidad y al éxito y a otros al fracaso.

Y aunque Ángela, quizá por imposición paterna, lo intenta de nuevo con un secretariado, pronto lo deja y comienza a trabajar en el negocio paterno: “Siro Alta Charcutería” que situado en la alicantina y céntrica calle Bazán, fue muy popular hasta su desaparición. Era un sitio, donde se vendían lo que hoy llamamos más finamente “delicatesen”.

Y como los caminos del azar suelen ser laberinticos, por el de la charcutería le llegan a Ángela los primeros ecos del mundo del Arte, pues cliente habitual y amigo de su padre, otro manchego-alicantino, de Caudete, el pintor Jose Pérez Gil, le lleva con sus comentario un gusanillo que en vez de anidar en el roquefort, lo hace en su sensible corazón de artista en potencia, a la que empiezan a sonarle las palabras, pintor, pintura, catálogos , exposiciones, y en general todas aquellas que eran habituales en las conversaciones de su padre con el amigo pintor.



Foto: Beto.
 
Pero Ángela aun estaba verde para alimentar el fuego sagrado del Arte, pero no para el del amor, que con pocos años se enciende como el fuego fatuo en las noches de plenilunio en los cementerios, y desaparece al clarear el día. Y el fuego fatuo de sus ardientes veinte años, es el que le lleva a encadenarse a un matrimonio, que al cabo de unos años de vino y rosas, se rompe con la convivencia y el desamor, quedando, como en el caso de Ángela, una experiencia agridulce y dos hijos, Álvaro y Alejandra, que son y han sido lo más dulce de su primer fracaso amoroso.

Encarrilados ya sus retoños, Ángela busca refugio en el Arte y lo hace en un taller de Esmaltes, que no le llena por completo. Luego se inscribe en un curso de Pintura al Oleo con las amas de casa. De ese curso no saca casi nada en claro, pues la profesora quería encasillar en su mediocridad al espíritu inquieto de nuestra artista y a ella no es fácil cortarles los vuelos. Es entonces cuando comienza su verdadero aprendizaje: el que a muchos, mejor o peor, nos ha hecho pintores; el que se inicia en el rincón mas insólito de nuestra casa: la cocina, el dormitorio, la terraza y a veces incluso el baño; el que se practica sin mas compañía que la de uno mismo, como si de un onanismo espiritual se tratara; en el que los tropiezos, si no te dejas caer, sirven para adelantar dos pasos en el camino del aprendizaje; en el que se gana perdiendo y volviendo una y otra vez a jugar …

Y así, nuestra Ángela se ha ido haciendo pintora y adquiriendo una buena técnica para resolver los problemas de su temática, de la que luego hablaré. Ahora tengo que seguir con la novela de su vida, que tiene más capítulos que la saga de Harry Potter.



Foto: Beto.

Durante los años de aguante de un matrimonio que se deshacía, Ángela, a la vez que pintaba volcaba por escrito sus sentimientos y de ahí nacieron una serien de poemas, que fueron germen de una nueva faceta de su rica y múltiple personalidad: la de poetisa y escritora que desde entonces viene practicando y publicando en medios de difusión locales, tales como los Diarios “LA VERDAD “e “INFORMACION “y en encuentros y juntas poéticas, en los que es asidua participante. De esta faceta no procede más comentario en este Taller.

Tras la rotura y separación en su matrimonio, Ángela necesita hacer un paréntesis en sus inquietudes artísticas para rehacer su vida, pese a que ya había comenzado a exponer su obra en dos individuales celebradas en la Casa de Cultura de San Juan y en el Club Náutico Costa Blanca.

Y estando en estas y como la mujer al igual que el hombre, es el único animal que es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra, de nuevo vuelve a encadenarse a un matrimonio, que al igual que el primero fracasa y como ella dice: “le da trabajo a los bufetes de abogados” con un nuevo divorcio legal, que pone fin a cinco años de difícil convivencia. Pero antes de producirse la rotura legal, de nuevo vuelve a reencontrarse con la Pintura y es tanto el consuelo que ella le proporciona, que como Escarlata H’oara en la escena final de “Lo que el viento se llevó” se jura, que jamás volverá a dejarla, aunque por ello y al contrario de la heroína cinematográfica, Ángela, si este dispuesta a pasar hambre.

Y dicho y hecho, Ángela, a su vuelta del Mar Menor en Murcia donde había pasado los años de su segundo matrimonio, lo primero que hace en su nueva casa alicantina, es instalarse un estudio y para vincularse aun mas a su juramento se asocia al Ateneo y a nuestra Asociación, y de nuevo comienza a exponer sola o en compañía y a darse a conocer en los medios pictóricos alicantinos.




Foto: Beto.

Pero pensar que Ángela, la dulce, sesual y temperamental Ángela, hubiera cerrado para siempre su corazón al amor, tras sus fracasados matrimonios, es de ingenuos. Y allá que te va. Ángela encuentra en las nuevas tecnologías, a un Cupido agazapado en la red, que comienza a lanzarle flechas envenenadas con poemas de amor y que se presenta como su alma gemela de poeta y artista plástico, que la desarman cuando finalmente lo conoce físicamente, y le susurra palabras de amor con el dulce acento de guanche canario. Este Orlando no es “El furioso” del poema de Ariosto, pero en Ángela ha encontrado a su Angélica y como de aquel dicen los versos:

-Diré de Orlando en este mismo trino

-cosa no dicha nunca en prosa o rima,

-pues loco y en furor de amor devino

-hombre que antes gozó por sabio estima;

Y aquí dejo ya este capítulo inconcluso, pero abierto a una felicidad que por no tener ataduras de papel, promete ser el definitivo y que se fastidien los bufetes de abogados, a los que Ángela nunca más piensa en darles trabajo.



Foto: Franchi.

Sigamos con la pintura y dejemos a Orlando y Angélica vivir el poema de su nuevo y eterno amor, deseándoles que lo que la Poesía y el Arte han unido, no lo separe nada ni nadie. ¡Amén!.

La temática en la pintura de Ángela, es casi monocorde: las flores son su leitmotiv, aunque técnicamente tenga recursos para abordar otros temas, como así lo ha hecho cuando se lo ha propuesto. Probablemente haya en ello implicaciones freudianas de ámbito sexual. Quizás, pero no seré yo en el que me meta en ese laberintico jardín interior, por el que el transito es resbaladizo para el jardinero ajeno. Solo ella puede desvelar parte del misterio, Sin embargo a nosotros solo nos queda admirar esas amplias superficies, llenas de plasticidad, colorido y luz y de una simplicidad franciscana, al estilo del mejicano Diego Rivera. Simplicidad que nos es tal, porque en los vericuetos se esconde el diablo de una carga sexual en la que estambres, óvulos, ovarios, pistilos o gineceos, fielmente reproducidos, nos tientan y nos transportan al mundo de los deseos reprimidos, subyacente en los claustros monacales de antaño, en los que el místico al poetizar con lo Divino se derretía en lo humano Es decir, que en la pintura floral de Ángela, hay algo más que mera decoración plástica, algo más que el colorido exultante de las variedades florales, algo más que un dibujo casi anatómico y minucioso de cada especie floral, y algo mas, que es lo mas: la sensibilidad de su espíritu poético buscando belleza, como inquieta mariposa, y como abeja obrera libando su néctar para alimentar el panal de su ya extensa obra pictórica.





Foto: Franchi.

Ángela utiliza como medio principal en su pintura el óleo, aunque a veces utilice el acrílico. La riqueza de color inherente al tema floral es ineludible, pero armonizarlo para no caer excesivamente en lo fauve, es lo difícil y Ángela lo resuelve con acierto. Ella sustituye las manchas de color por planos delimitados por las formas y logra el mismo efecto de modernidad sin necesidad de fundir los colores yuxtapuestos.

La personalidad de Ángela no es descriptible ni abarcable. En el plano físico como en el sicológico tiene múltiples facetas, tan sobresalientes unas de otras que armonizarlas es tarea casi imposible, aun para mí que me precio de cierta experiencia en el tema.





Foto: Franchi.

No la veo sumisa a nadie ni a nada por imposición y si de dejarse llevar por el éxtasis sentimental aceptado. Y en ese trance, envolverse en su espiritual mundo poético, para idealizarlo todo y sentirse como la protagonista de una novela romántica decimonónica.

Y es que, Ángela, es exuberante en todo: aspecto y forma no pasan desapercibidos para el buen degustador; su fragancia sensual perfuma el espacio en torno a ella; su voz cálida y profunda de dicción casi perfecta, es el mejor vehículo para la trasmisión del torrente de sus ideas, que brotan de una mente privilegiada y ágil de reflejos que apabullan a cualquiera. Habla mucho, porque tiene mucho que decir. Y lo dice conociendo lo que dice, antítesis de los que hablan mucho sin decir nada, o lo que es peor: apropiándose de las ideas de otros y presentándolas como propias.





Foto: Franchi.

Así es Ángela, o así me parece, vista desde la parcialidad de mi visión romántica y poética, que he utilizado para hacer esta semblanza incompleta, de alguien con quien tengo afinidades electivas y a la que aprecio como colega y amiga.




Carlos Bermejo

Alicante, 17 de Diciembre de 2009


Ángela Galdon.
poetisa91@hotmail.com





2 comentarios:

Joana dijo...

Un diez para el autor de este retrato de la artista. Desconocía su obra hasta el día de hoy, pero prometo enmendar ese asunto. Conmovedoras palabras mezcladas con energía. Un saludo.

Ángela Galdón Griñán dijo...

Gracias Alberto: por colgar en tu blog este especial momento de mi vida...
Gracias también a Joana, por su amable comentario...